Los investigadores Paulina Leiman y Pablo Arauzo, una kazaja y un aragonés, se conocieron en la Universidad de Hohenheim (Alemania) y celebraron el pasado sábado su boda en el restaurante Gayarre deZaragoza, para 84 invitados, de los cuales la mitad eran extranjeros y procedían de una decena de países que han conocido en el mundo universitario: Kazajistán, Ucrania, Moldavia, Rumanía, Pakistán, Rusia, India, Polonia, Vietnam o Corea.
“Llevamos ocho años viviendo en Alemania. Soy investigador de la Universidad de Hohenheim, que está en Sttutgart y es la número uno del paísen Ciencias Agrónomas. Allí me dedico allí a las energías renovables y biomasa. La idea es crear supercapacidades o baterías”, detalla el zaragozano Pablo Arauzo, que estudió Ingeniería Química en la Universidad de Zaragozaen 2014, en la especialidad de procesos químicos.A sus 33 años, ha dado "la vuelta al mundo" con sus estudios que le llevaron desde hacer un máster en la isla de Hawái, hasta aterrizar en el mundo de la investigación en Alemania, con uno de los profesores de más prestigios del mundo para trabajar sobre procesos hidrotermales.
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En el ranquin europeo, su universidad es la séptima de Europa y la catorce del mundo. “Me dedico a campos de investigación como los coches eléctricos, con la reducción de emisión de CO2, y otra pequeña parte con la producción carbonosa, que se pueden utilizar en baterías para coches como Tesla, BMW o Mercedes”, enumera el investigador aragonés, hijo del director del Instituto Universitario de Investigación de Ingeniería en Aragón I3A, Jesús Arauzo, y de Eva Gimeno, licenciada en Química.
HeraldoEl proyecto del investigador aragonés le ha llevado a mantenerse en la Universidad de Hohenheim para, en el futuro, poder trasladarle hasta el Instituto de Tecnología de Karlsruhpara poder llegar a ser profesor. En su historial tiene una beca de investigación Maríe Curie de la Unión Europea en 2017 y esta semana se desplaza a Colombia para un proyecto medioambiental para la forestación, antes de empezar el viaje de novios.
Su novia Paulina Leiman, de 27 años,está realizando un máster en la misma universidad ytrabaja para el Gobierno en el Ministerio de Medio Ambiente.“Parte de la familia de mi chica era de origen alemán. Tras el Imperio Ruso y la Primera Guerra Mundial (1914-1918) querían que los investigadores de Alemania se trasladasen a Rusia. Los enviaron a su destino según sus apellidos y los ancestros de mi novia fueron a Kazajistán. Ella es alemana por padre y kazaja por parte de madre”, relata Pablo Arauzo.
HeraldoFuturo de la Universidad de Zaragoza
Al preguntarle sobre la Universidad de Zaragoza y la investigación, Pablo Arauzo contesta que “hay que promover que la gente se quede aquí, en Zaragoza, porque tiene un gran potencial. No somos Madrid ni Barcelona, somos Zaragoza. Hay empresas fuertes e importantes como BSH, el Centro Tecnológico de Plaza o el aeropuerto de Teruel, que están llegando tan lejos”, destaca. “La Universidad de Zaragoza tiene tres campus, forma muy bien y dispone de un gran potencial, pero necesita a largo plazo el apoyo regional y nacional. Hay mucho potencial con eventos como Motorland en Alcañiz y un río (el Ebro) al lado. Alemania ha crecido mucho por tener el agua cerca y Zaragoza tenemos eso para hacerlo”.
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Arauzo no ve fácil su regreso a la capital aragonesa porque "a los investigadores en Zaragoza los mantienen con sueldos bajos” y están “con el agua al cuello”. “Allí nosotros cobramos de una universidad gracias a fondos europeos y trabajamos en proyectos de siete países, como Portugal, Turquía, Polonia o Bélgica, ente otros. Pero en Alemania si llegas a ser profesor sus condiciones (económicas) son muy buenas y ese es mi deseo para mi familia”, asume.
Acudieron a la boda sus dos hermanos. Beatriz, farmacéutica de la Universidad de Sevilla e investigadora del Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón (INA), y Javier, licenciado en Ingeniería Aeronáutica de la Universidad Carlos III, quien también se encuentra en Alemania trabajando en una empresa, pero él “no se ve como investigador”. “Con el alma de investigador se nace aunque luego se hace y eso tiene que tener”, señala el recién casado.
Los votos que prometieron
La celebración de la boda en el restaurante Gayarre fue muy singular y civil, como hicieron antes en Sttutgart. Estuvo dirigida por un ruso que hablaba castellano, que hace eventos globales y reside en Marbella.
Pablo y Paulina leyeron sus votos sobre las promesas a la que se comprometen. “Caminar y correr a tu lado toda mi vida hasta que envejezcamos” y “hacer lo mejor que pueda por ti, incluso si termina en un desastre”, leyó el aragonés. “Prometo no enfadarme cuando trabajes hasta la noche, sé que lo haces por nosotros. Prometo cocinar más platos con tomates, más de una vez al año porque sé cuanto amas los tomates. Prometo caminar de la mano contigo, compartir alegrías y desafíos, apoyar y proteger nuestro amor”, contestó la kazaja.
